viernes, 2 de julio de 2010

UN BILLON DE VIOLETAS




Desperté bajo un cielo plomizo sobre un campo lleno de violetas. Habían billones de ellas formando una hermosa capa sobre el suelo. Mi cuerpo estaba desnudo envuelto en un rocío de lágrimas.

Por fin desperté de ese mundo tan absurdo y lleno de mentiras que es la vida. Ahora no sé dónde estoy pero el embriagador perfume de las violetas me hace sentir bien.

Venía de un mundo duro en donde se me pedía la fuerza y la flexibilidad de una flor la cual mece el aire sin romper. Era un canto a la fragilidad que, vestida de flexibilidad, podía enfrentarse al viento y ganar su embestida.

Se me exigía la sutileza del agua la cual, como en una cascada, modelaba las rocas y en su lucha con ellas no solo conseguía llegar al final pese a los impedimentos, sino que dotaba a la cascada de enorme belleza.

Un mundo donde cada vez se desea una cosa. Un lugar en donde la Felicidad es la angustia de desear algo y que desaparece cuando lo consigues, dejando una regusto a vacio que te hace desear otra cosa diferente con otra angustia diferente pero con la misma sensación de vacio cuando la consigues.

Vacio. Mentiras. Lucha. La fortaleza de lo débil. La flor mecida por el viento.

Ahora estoy bajo las nubes negras sobre un extenso campo de violetas. Ahora estoy inmerso en tu sonrisa.

 A veces la vida no nos da a elegir entre las lágrimas y las risas, sino entre lágrimas. Es entonces cuando nos decidiremos por las más hermosas.


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