miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL ANDÉN



Cuanto dolor hay en una despedida...Tú y yo, en el andén, en un encuentro casual ahí mismo, hablando del amor y del desamor, sintiendo cosas, mirándonos a los ojos mientras nos hacemos nuestro peculiar castillo en el aire.
Te amo. Me amas. Lo sé. Pero somos pasajeros, nómadas de nuestro destino, hojas que el aire mueve sin compasión.
Nos amamos. Es real.
De repente vemos a lo lejos el tren que ambos sabíamos que estaba esperando. El tren que me separaría de ti, mi amor elegido al azar, el que llevaba esperando hace tiempo, el que me motivó a acudir a la estación.

Y no es que te haya dejado de querer. Es que ese tren era lo que yo esperaba, para bien o para mal, y fue el andén quien nos unió a ti y a mi.
Nunca dejé de mostrarte el billete en mi mano, enredado entre los dedos. Teníamos miedo de perdernos cuanto más hablábamos y nos mirábamos a los ojos.
Ahora subo a ese tren. Nuesrtas almas se desgarran. Sentimos y nos queremos. Pero el tren debe partir.
Quizá no debimos hablar nunca, quizá era obvio que ambos esperábamos un tren.....pero creíamos que ese tren nos llevaría a la misma estación término. Nos cegó el amor. El amor más puro del Universo.

Y ahora estamos muertos de amor, de puro amor. Quizá viajemos en el mismo tren aunque en vagones distintos. Puede ser que nos lleve al mismo destino o que alguno se baje alguna parada antes. Pudiéra ser que ni siquiera fuera el mismo tren.
Que importa. No puedo dejar de amarte.
Puedo ser dueño de mi corazón pero no de mi destino.
Sé que eres eterno para mi. Y la eternidad, no muere jamás....

Te amo.

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