viernes, 7 de abril de 2017

LA VIDA EN UNA MALETA


Y allí estaba yo. Con el corazón hecho pedazos, en la puerta de la habitación, viendo como mi pareja sacaba con dolor su ropa del armario para ir metiéndola en las maletas. Esas maletas que ponían fin a una relación con mucho amor y que nos hizo tanto mal.
No era cuestión de quién tuvo la culpa. Tan solo era momento de lamerse las heridas. Pero antes debíamos arrancar con dureza esa costra que nos asfixiaba a ambos.

No creo que haya nada más doloroso que ver a tu pareja hacer la maleta, con el llanto contenido, con la cabeza llenas de por qués y el vértigo de no mirar atrás.

Todo lo que posees en la vida metido en una humilde maleta.

Sacando montones de ropa del armario, dejando tan solo su olor que tardaría en irse...Me duele la vida. Me duele el alma que me abandonó cuando dejé de quererte. Tengo tanto miedo como ganas de que esto termine. Y no. No lo puedo evitar. Creo que soy el culpable de tu situación aunque en la vida cada uno se gana el puesto que se merece por muy injusto que pudiera ser.

Sé que el dolor de la ausencia es lacerante. Pero termina, se va. El dolor de haber seguido juntos hubiera sido el suicidio de una traición. Una larga agonía que nos hubiera llevado al mismo punto pero con más rabia, más odio.

Y mi alma se quiebra al ver como las lágrimas resbalan por tus mejillas mientras malmetes la ropa en tu maleta, con hastío , con dejadez, como a punto de desmayarte de tanto dolor mientras tu cabeza solamente se pregunta dónde irás ahora.
Me asaltaban las dudas  sobre si debía decirte "espera, no te vayas" o dejarte seguir poniendo todas tus pertenencias en tu equipaje. Nunca tuve el valor para cortar la relación y ahora las dudas me comen aún sabiendo que tenemos lo que nos merecemos por muy injusto que sea.

No conozco más dolor que el ver cómo alguien que amaste mete toda su vida en un bolso. Es como asumir que haga su vida sin ti, que ya no es problema tuyo, que los besos nos han convertido en enemigos o, por lo menos, en extraños.

Cierras tus maletas, dejas los armarios vacíos junto con mi corazón y depositas las llaves de la casa en la palma de mi mano.
Ya no hay un adiós porque duele mucho. No podemos articular bonitas palabras de aliento y agradecimiento. Estamos rotos. Yo en la casa y tú sin rumbo fijo....

Se superará. Estoy seguro. Pero como que hay un Dios, que sepas que pese a todo, estoy así porque te amo al igual que me amas tú...pero no podemos estar juntos porque la vida se empeñó en que llegáramos hasta aquí....esa vida tan bella como tremendamente cruel.



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