Pocas veces encontramos películas que te hagan reir y llorar a la vez pero siempre rodeada de una belleza tan mundana como excepcional. Este film trata del despertar homosexual de dos adolescentes en un barrio pobre de Inglaterra y, lejos de ser una apología de la libertad sexual, es un canto a los sentimientos humanos.
En esta secuencia, una de mis favoritas, uno de los chicos maltartado por su padre bebedor y su hermano homófobo, encuentra refugio en la casa de su vecino y compañero de colegio. Ternura y dolor.
Indescripible la lapidaria frase "Me han hecho feo" que es un auténtico latigazo para el corazón. Un film que hay que ver y saborear.
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