sábado, 13 de agosto de 2016

EL DOLOR DE DEJARTE MARCHAR


Amar...dejar....olvidar...El amor siempre es dolor.
Duele amar de forma intensa, apasionada, como si cada beso, cada abrazo o cada caricia fuera siempre la última. Mirar a los ojos y querer fundirse en uno solo mientras me embriaga el olor de tu piel. Me aprietas contra ti como dando a entender que no te deje jamás... y al final, tengo que dejarte. Quizá porque la Felicidad es efímera, porque todo viene y va en un triste vals caduco, obsoleto...

Dejar a alguien porque deseas que sea feliz. Ofrecerle la libertad para que vuele más alto, aún si cabe, aunque no lo entienda. Renunciar a un amor en lo más alto de su esplendor para evitarle sufrir más a delante la decadencia del mismo. Saber soltar a tu amante en el momento de más gloria para pasar a formar parte de su vida como alguien inmortal en su historia.

Olvidar. Poder creerme que te olvidé. Mentirme. Mentirme para hacerme creer que el dolor ya forma parte del pasado y que ahora ha dejado de atormentarme. La mentira más dura contra mi mismo pero más afectiva para que tú también me olvides....Olvidar aunque ambos sepamos que fue un amor imborrable, una pasión que marca, un sentimiento que subyace en la memoria del corazón.

Porque quien ama jamás muere. Pasa de conciencia a conciencia dejando un sabor agridulce de lo que pudo haber sido y nunca dejó de ser. Es lo positivo y negativo de amar, que es una herida de la que te olvidas hasta un día que, lavando tu piel, encuentras esa cicatriz y piensas: "llegué al Cielo y, aunque caí, parte de mí sigue en aquellas nubes que son tus brazos".

Alguien me dijo al oído "Yo, aquí, con ganas de cerrarte en mi inestable Universo. Y tú, allá fuera, formando galaxias con tan solo sonreír".



PD: Agradezco a Víctor Martinez Romero su foto que ilustra este humilde texto.

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