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jueves, 10 de mayo de 2018
Y QUÉ HAGO CON MIS SENTIMIENTOS?
Es difícil y duro quererte en la distancia cuando te he amado. Tal vez sea hasta cruel.
La gente que termina una relación se separa y pasa página. Pasas a ser el gran olvidado de la historia. Pero lo nuestro es extraño. No hemos roto aún ese cordón umbilicar de amor y respeto. Quizá porque nos separamos queriéndonos demasiado. Pero no podíamos estar juntos. Qué extraño. Tanto amor, tantos momentos felices y no podíamos convivir por pequeñas grandes cosas.
En esa distancia, cada mañana me acuerdo de tí y tú de mí y seguimos dándonos los buenos días y las felices noches. Porque el amor es como la energía, ni se crea ni se destruye, está ahí. Sólo debes abrir los ojos del corazón y dejarte llevar.
Te pregunto si comes bien, si estás contento o triste, si te encuentras bien o si pasas necesidad. Pero cuando te pregunto si eres feliz y me contestas: "No, no puedo ser feliz. Lo fuí porque te tuve. Ahora ya no lo seré jamás", me rompes el corazón.
Y me lo rompes por dos razones: porque sé que es verdad, porque me has querido como no has querido a nadie y, lo segundo, porque aunque sé que es chantaje emocional, acepto sumiso que seguimos bajo la misma piel y que nos irriga los mismos nervios y la misma carne.
Me dices que puse el listón tan alto que nadie te volverá a hacer tan feliz como yo. Qué tontería, mi vida. Cualquiera te puede hacer reir, te puede mirar a los ojos y fundirse en un abrazo esférico que te envuelva y te conforte.
Pero ahora las cosas han cambiado. No hay vuelta atrás porque yo encontré una nueva vida. Y sé que no paras de hacer cosas por no pensar en tu situación y hundirte. Es como una maldición, debes tener las manos ocupadas para no pensar en un solo segundo en tu estado, tu posición y tu vida. Pensarlo es hundirte en el abismo. "No debo pensar, no debo pensar...."
La vida la debe vivir cada uno. No puedo vivir por ti pero sí sentir el dolor que te asfixia. Y la gente me llama loco, idiota, estúpido por preocuparme de una vida que ya no es mía.
Qué duro es decirlo: "Una vida que ya no es mía".
Ese cordón umbilical invisible que nos une, nos alimenta y nos destruye. E ahí la labilidad de ese fino hilo que separa la amistad de la locura y el suicidio mental.
Dile a los demás que me digan cómo te puedo dejar de querer, aunque sea como un amigo, díles que me explique cómo se hace, cómo sacas a alguien de tu mente, alguien que ha sido importante en tu vida, alguien que llegó en el momento justo y se fue en el mejor peor momento. Diles que soy idiota. No importa. Mi amor por ti es tan puro que solo deseo amistad. Amistad en mayúsculas. Yo ya rehice mi vida porque me lo merecía, porque me lo gané y porque me debo otra oportunidad. Pero todo ello no quita el mérito de ser tu amigo y quererte como a pocas personas puedo querer.
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